Ayer caminaba por Madrid y encontré en una columna de la Glorieta de Marqués de Vadillo la siguiente descripción: “Le escuchó el corazón, le miró, sonrío… latía”. Aparecía justo al lado el dibujo de dos casas unidas por un puente. Automáticamente vino a mi mente la imagen de un abrazo. Cada vez que damos un abrazo extendemos nuestros brazos, que son las antenas del corazón, ya que por la parte interior de los brazos pasa el meridiano corazón que lleva la energía vital, según la medicina tradicional china.
Para mí un abrazo es un regalo, un puente que conecta los latidos y nos hace acariciar el cielo. Yo lo llamo abrazo de alas, porque nos permite volar.
Hay veces, sin embargo, donde no contamos con ese abrazo y la noche cae… nos visita la soledad. ¿Podemos ser felices entonces? Escucha la siguiente reflexión inspiradora donde respondo a esa pregunta.
Más inspiración
Puedes leer aquí cómo empecé a amarme en cuatro pasos- trayectos y la diferencia entre querer, amar y volar!
¡ Feliz vuelo!
Qué emoción leer y oir tus palabras!!!
Muchísimas gracias Pilar. Un placer para mí que las palabras las recibas con el corazón abierto y vibrante. Feliz día, cariño.